Sólo una flor perdida acompaña a Stroessner en su centenario

Sábado, 03 de Noviembre de 2012. 14:48 Hs.

Mientras la familia del exdictador gestiona la repatriación de sus restos, ninguno de ellos fue a Brasilia para acompañarlo en sus 100 años. Es más, “hace años” nadie visita esa tumba, dijo un empleado del camposanto.

Visiblemente abandonada, solo una flor descansa en la lápida de la tumba del exgeneral Alfredo Stroessner.EFE

EFE.- Ni procesiones ni coronas y ni siquiera el recuerdo. Al cumplirse cien años de su nacimiento, sobre la tumba del general paraguayo Alfredo Stroessner, en el cementerio Campamento de Paz de Brasilia, no había hoy más que una pequeña flor amarilla.

Una única flor y ajena, al parecer dejada por el viento sobre la pequeña lápida de mármol que sólo tiene una placa con el nombre del general que gobernó Paraguay con mano de hierro durante 35 años y murió en el exilio, en Brasilia, el 16 de agosto de 2006.

En esa absoluta soledad, los restos de Stroessner esperan aún por ser repatriados, un deseo que expresó en vida y que su familia quiso hacer realidad para su centenario, pero se vio frustrado porque aún no se han completado los trámites necesarios.

Así lo explicó este viernes en Asunción el senador Alfredo "Goli" Stroessner, su nieto y heredero político, en medio de una jornada marcada por protestas organizadas en la capital paraguaya por grupos de derechos humanos opuestos a la repatriación de los restos de unos de los dictadores que más tiempo pasó en el poder en América Latina.

Según estableció en 2008 una Comisión de Verdad y Justicia que investigó las violaciones de derechos humanos ocurridas a lo largo de la dictadura de Stroessner, en ese período de 35 años hubo 425 ejecutados o desaparecidos, 20.000 detenidos y 20.814 exiliados.

El general Stroessner llegó a Brasilia en febrero de 1989, tras la caída del régimen que había presidido desde 1954, cuando despojó del poder al presidente Federico Chaves.

Amoldó entonces la Constitución y las leyes a sus intereses y fue reelegido ocho veces, siempre en unos comicios amañados y con unas votaciones abrumadoras, en las que llegó a sumar el 90 por ciento de los sufragios, como ocurrió en 1983.

Un cuidador del camposanto observa la tumba de Stroessner, cuando todavía era visitada por sus allegados.

Durante los años que pasó en Brasilia llevó una vida sumamente discreta y respetó a rajatabla el silencio político que le imponía su condición de exiliado.

Sin embargo, la mansión que ocupaba en el acomodado barrio Lago Sur de la capital brasileña fue durante años el destino de numerosas peregrinaciones políticas de líderes del Partido Colorado, que veían al general como una suerte de consejero y mantenían la ilusión de un retorno que nunca se concretó.

Stroessner falleció en agosto del 2006.

No obstante, al cumplirse hoy 100 años de su nacimiento en la ciudad de Encarnación, fronteriza con Argentina, nadie se acercó a la tumba del general, situada en el lote 3473 del sector A de la Cuadra 701 del cementerio Campamento de Paz.

Algunos empleados del camposanto dijeron hoy Efe que ni recuerdan cuándo alguien la visitó por última vez.

Quien sí lo hacía con cierta frecuencia hasta hace poco más de dos años era Gustavo Adolfo Stroessner, el mayor de sus hijos y el único que permaneció junto a su padre durante todo el exilio.

Gustavo Adolfo había sido coronel de Aviación y fue el primogénito de los tres hijos que el general tuvo con su esposa Eligia Mora, fallecida en Asunción en febrero del 2006.

Había llegado a Brasilia junto con su padre, también exiliado, y desde entonces estaba acusado por la justicia paraguaya de diversos hechos de corrupción, por lo que siempre evitó regresar a su país.

Lo hizo finalmente en noviembre de 2010, con 66 años y enfermo de un cáncer por el que ya era tratado en Brasil y que poco después de su retorno le causó la muerte, ocurrida el 20 de febrero de 2011 en un hospital de Asunción.

"Él venía siempre y dejaba alguna flor, pero hace años que no se le ve", declaró a Efe un empleado del cementerio, que hasta ahora desconocía la razón por la que el único visitante frecuente que tuvo la tumba del general un día no apareció más. EFE


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