Perú: Fujimori goza de polémicos privilegios en la cárcel

Viernes, 14 de Mayo de 2010. 20:45 Hs.

El ex presidente peruano Alberto Fujimori, sentenciado a 25 años de prisión por crímenes de lesa humanidad, recibe en su celda desde hace meses la visita de cientos de seguidores supuestamente para ser adoctrinados, lo que dejó en evidencia sus privilegios penitenciarios.

Lima. EFE.- Tanto el presidente peruano, Alan García, como el secretario ejecutivo de la ONG Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH), Ronald Gamarra, coincidieron este viernes en que Fujimori debería ejercer sus derechos con "prudencia".

Sin embargo, la legisladora Keiko Fujimori, hija del ex mandatario, negó hoy que el centro reclusión de su padre se esté utilizando como centro de "adoctrinamiento", como señaló esta semana la revista Caretas.

"Son simplemente personas, en muchos casos personas humildes, que van a visitar a mi padre, a brindarle muestras de cariño, de apoyo, de solidaridad", dijo Keiko, líder de la alianza política Fuerza 2011.

La revista Caretas publicó ayer que Fujimori recibe desde hace tres meses, incluso fuera de sus días de visita, a decenas de seguidores, principalmente dirigentes de organizaciones afines de distritos populares.

Según Caretas, Fujimori, tras ofrecer un almuerzo a sus visitantes, los adoctrina de cara a los comicios presidenciales de 2011, en los que Keiko se sitúa segunda en las intenciones de voto aun sin haber formalizado su candidatura.

El escándalo desatado a partir de esta revelación ha sido tal que el jefe del Instituto Nacional Penitenciario (Inpe), Rubén Rodríguez Rabanal, puso hoy su cargo a disposición, mientras que diversos sectores han pedido que los ministros de Justicia y del Interior den explicaciones al Congreso sobre estas irregularidades.

Rodríguez Rabanal también admitió que en un solo día el ex presidente peruano llegó a recibir hasta 180 visitas en la prisión de la sede de la Dirección de Operaciones Especiales de la Policía (Diroes).

Los escándalos sobre estos aparentes privilegios se iniciaron desde que en 2008 se flexibilizó el régimen penitenciario de Fujimori, de restringido a simple, permitiéndole visitas de amigos y familiares tres veces por semana durante ocho horas, sin límite en el número de visitantes.

El área de reclusión de Fujimori, de más de cuatrocientos metros cuadrados (que incluye un apartamento y un patio), se convirtió desde esa fecha en una sala frecuentada por simpatizantes, políticos, cantantes y hasta adivinas.

Incluso las autoridades concedieron el permiso para que la boda de otra de las hijas de Fujimori, Sachi, se celebrara en la capilla de la Diroes, para que su padre pudiera asistir.

Al respecto, el abogado Ronald Gamarra, que participó en el juicio por violaciones a los derechos humanos contra Fujimori, remarcó hoy a Efe que "nadie quiere limitarle sus derechos más allá de la privación de la libertad ni victimizarlo".

"Es una persona condenada y está sometido a un régimen penitenciario que debería cumplir", aclaró.

Si bien aún no se ha probado que Fujimori recibió visitas fuera del horario establecido, las autoridades ya admiten que éstas son multitudinarias, lo que no está limitado por los reglamentos penitenciarios.

"El límite es la prudencia y la lógica (...) especialmente en un contexto electoral", señaló Gamarra, quien subrayó que "las condiciones festivas de carcelería que cumple Fujimori obedecen a un acuerdo entre el Apra (gobernante Partido Aprista) y el fujimorismo", en alusión a una supuesta alianza parlamentaria.

Por su lado, el presidente García anunció a periodistas en Lima que se darán las instrucciones para que se aplique "con más prudencia" el régimen carcelario de Fujimori, aunque enfatizó que no le gusta usar el término "endurecer".

En medio de la polémica, Keiko Fujimori sostuvo que existe "una campaña mediática" para intentar equiparar el régimen de Alberto Fujimori con el del fundador y líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, sentenciado a cadena perpetua por terrorismo e incomunicado en la Base Naval del Callao.

Fujimori fue sentenciado por un tribunal peruano a 25 años de prisión por la matanza de 25 personas en Barrios Altos (1991) y La Cantuta (1992), así como por dos secuestros tras el "autogolpe" de Estado de 1992, y en otros procesos fue además condenado por diversos delitos de corrupción, pero a penas menores que no son acumulativas en Perú.

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